jueves, 31 de julio de 2008

Notas de Lector en Zona Misiones

Apóstoles, San Pedro, Bernardo de Irigoyen, Andresito, Cataratas, Puerto Iguazú, El Dorado, San Ignacio, y Posadas: 55 páginas dónde el cronista describe y analiza ciertos lugares escogidos dentro de la Provincia de Misiones, sus habitantes, costumbres y toda su cultura; mezclando la información que va recogiendo con lo que le va ocurriendo durante su estadía; sin dejar de poner de manifiesto sus concepciones acerca de la Argentina y los argentinos, sus ráfagas de melancolía, sus observaciones acerca de la pobreza, etc.
Varios viajes que se codean en una misma historia. Un presente que se mezcla con pasados recientes y lejanos: Menem, los jesuitas del siglo XVI, las raves electrónicas del siglo XXI.
Misiones. 55 páginas acerca de su cultura.
Los testimonios no son introducidos metódicamente; aparecen con considerable espacio de separación bajo los párrafos, al igual que los “hikus”. En ocasiones no se conoce quién está hablando hasta avanzado el testimonio, suelen darse estos últimos en forma de diálogo entre el personaje y Caparrós, y a veces una vez finalizado no se llega a entender quién era la persona; a veces Caparrós interrumpe el curso de las voces para explicar y aclarar cuestiones, también los diálogos suelen aparecer introducidos. Asimismo suelen aparecer comentarios sobre lo que tal o cual dijo. Se nota en las reflexiones del autor la mezcla de: tristeza del viajero, del ajeno, del propio, resignación, soledad; a veces haciendo hincapié con uno de ellos o combinándolos. En una ocasión usa un diálogo para introducir una reflexión, como cuando un individuo le pide una moneda.
Como cronista cuenta sus vivencias en tiempo presente y en primera persona, quedando claro su función de cronista en el escenario. Al hablar de un sitio usa el recuerdo de visitas pasadas y cuenta vivencias ocurridas en esas oportunidades, también combinándolas con fragmentos informativos, cual historiador, y comparando esa realidad con la actualidad del momento del viaje en curso, relatando la implicancia que ciertos personajes y sucesos tuvieron en la historia misionera y cómo devinieron en lo que es actualmente.
Otro detalle interesante es el uso de guiones dentro de una oración para aumentar la importancia y/o resonancia de una frase o palabra dicha justo anteriormente, un recurso claramente predilecto de él, con el que trastoca significados. La omisión de signos de puntuación aparece para darle continuidad y fluidez a ciertas ideas.
Continuamente se trata la cuestión de lo que el viaje significa para Caparrós y lo que es un viaje, al mismo tiempo que él se redefine como cronista e individuo, ingresando a cuestiones personales internas donde despliega su dialéctica mental interna. Una mirada filosófica de la vida y las relaciones entre las gentes de aquellas latitudes envuelve como manto finísimo a toda la crónica y se manifiesta con toda su fuerza en el último párrafo, donde especula con una hipótesis con tono contundente, más allá de la verosimilitud de lo que está proponiendo.
En cuanto a la intertextualidad, se da tanto en forma directa como indirecta. Directa por ejemplo cuando un Padre del siglo XVI, un tal Roque González (p.151), cuenta una vivencia relacionada a los guaraníes y la religión; luego con un relato del explorador Alvar Nuñez Cabeza de Vaca donde el intertexto es indirecto (p.128). Tampoco faltan las citas de informaciones aparecidas en el Diario Clarín y en diarios regionales.
Conexión con los textos de Walsh en “El violento oficio de escribir”:
En el caso de las crónicas de Walsh, la temática abarca claramente las cuestiones de la crisis de la yerba, la desocupación, el hambre, el éxodo, el choque de culturas, la añoranza de la patria dejada, la tristeza, la melancolía, y por último la positiva actitud de esperanza frente a un “mal tiempo” que no está en perspectivas de mejorar. Los testimonios usados reflejan el estado colectivo del pueblo misionero. Walsh también dialoga con los lugareños.
Abundan los subtítulos para ir separando cada subtema. El autor no se guarda sus marcadas opiniones y propuestas para una posible solución; las información de archivo y de estadística que se presentan son claras y eficientes…se nota que Walsh esta inmiscuido en la cuestión yerbatera. Usa tonos humorísticos e irreales, teatrales. Narra representando a un nosotros, el pueblo devastado. Incluye fragmentos poéticos. La intertextualidad aparece continuamente haciendo referencias a cuentos y novelas del misionero Horacio Quiroga.
Como detalle, al diferir el valor nominal del peso de los años `60 del actual, es difícil figurarse de cuánto dinero se está hablando.
A la hora de comparar ambas crónicas (Caparrós- Walsh) se puede destacar que ambos autores hacen hincapié en la desolación de los pueblos descriptos, más allá de la obvia diferencia de 30 años entre uno y otro viaje. También se puede observar que los dos usan por momentos un estilo literario, casi poético: uno con sus “hikus” y sus reflexiones, el otro con complejas descripciones que expresan sentimientos profundos.
La manera de juzgar a Misiones y lo que allí ocurre es parecida en ambos, dándole prioridad a la cuestión yerbatera. A la hora de apartarse de formalidades y expresar profundas impresiones del cuadro que presenta misiones, no titubean, y descargan la bronca e impotencia que les transmitieron los entrevistados, sobre todo en Walsh, en cuyas crónicas justamente resulta lógico que todo gire alrededor de un mismo eje, ya que la provincia se encontraba al rojo vivo y resultaba imposible distanciarse de la realidad económica de subsistencia de los pobladores.

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