martes, 13 de mayo de 2008

Mi experiencia de lectura más significativa ocurrió con un libro de la zaga de Carlos Castaneda, de hecho con el tercer libro de la zaga: “Viaje a Itxlan”. Este libro continúa las experiencias que Castaneda recoge por vez primera en el afamado “Las Enseñanzas de Don Juan”.

El libro sumerge al lector en los encuentros esporádicos entre el brujo yaqui Juan Matus y el joven y curioso antropólogo de la UCLA Carlos Castaneda, que luego de interesarse por el estudio de plantas alucinógenas del desierto de América central, por esas casualidades o causalidades de la vida termina dando con Don Juan, quien se convierte en su maestro al tiempo que Castaneda asume su papel de aprendiz. No puede decirse que las lecciones que se desarrollan entre los dos estén pautadas, son el producto del terco impulso de Castaneda de conocer y saber, y al mismo tiempo encasillar dentro de su razonamiento racional todo lo que ve, oye y toca en este mundo; en un principio se pautan los encuentros con el fin de tratar la temática de las plantas alucinógenas que abundan en la frontera entre México y Estados Unidos, en la región central del continente, pero pronto el rumbo de las lecciones cambia a tal punto que Don Juan pasa a enseñar a Carlos pura y exclusivamente los pasos a seguir para convertirse en un “Guerrero”, desechando la definición literal e inclinándonos por una que hace hincapié en la forma de actuar y mirar al mundo de un hombre. Carlos combate una y otra vez a sus demonios, prejuicios y miedos, encaminándose a ser un “Hombre de Conocimiento”, lo cual constituye el máximo logro de un ser humano en su vida terrenal, un paso más allá todavía de lo que sería ser un “Guerrero”.

El efecto que ejerció sobre mí este libro fue sorprendente: me cautivo totalmente y me hizo olvidar mi situación personal al leer, una especie de descentración total que nunca había experimentado, en la cual puse en juego sobre la mesa todas mis nociones sobre el mundo y todos mis moldes de pensamiento; inesperados senderos transité juntos a Don Juan y Carlos, y sin dudas me sentí el protagonista excluyente de este y de todos los libros de la serie, algo que rescato de la narrativa del autor y que lo convierte en un gran valor de la literatura esotérica y espiritual. Otra importante función que el libro desempeña es educar al lector en lo que concierne a alucinógenos como lo pueden ser los hongos, las yerbas y otros misteriosos, maravillosos, y peligrosos componentes del mundo vegetal, que constituyen para el hombre una forma interesante de formarse otra visión del mundo y la naturaleza, pese a ser perseguidos desde principios del Siglo xx, porque según parece no le son eficientes a la maquinaria de la actual sociedad en la que vivimos.


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