lunes, 19 de mayo de 2008

Humo en Buenos Aires

Humo. Efecto inmediato e intoxicante del fuego, producto de una combustión incompleta. Fuego. Manifestación visual de esa combustión incompleta.
Me resisto a aceptar que el humo significó el fin para tantos. Sería acertado y hasta divertido, analizar a la Ciudad de Buenos Aires mientras estuvo bajo el humo, trayendo a colación el conflicto con el campo, o talvez contando alguna historia de ficción o no.
Pero es difícil ver esa otra parte del humo. En cambio, la otra se vuelve más y más real a medida que el pensamiento la trae, y una imagen llama a la otra. Y así se montan las escenas y se repite la película: la de los actores anónimos, los actores de estampita, los actores de nadie. Que no quepa ninguna duda, película bien argentina si las hay. Del país del “Que se vayan todos”, frase que refleja la hipocresía generalizada para cargar a los políticos con las culpas, pero que no hace más que demostrar que a fin de cuentas ellos no son una raza aparte, sino partes integrantes de esta sociedad, con lo cual las culpas terminan siendo colectivas y no exclusivas de determinado sector. Porque luego de las crisis siempre sucede lo mismo(como la gente es ignorante y ellos no), mezclan el mazo, y cada carta cambia de lugar.

Tiempo. Es difícil perdonarte por borrar tantas huellas, aunque a veces te lleves el dolor y lo conviertas en anécdota, en anécdota con sabor a herida, herida que no deja marca visible. Una noche más, una noche de verano, una noche de música y amigos. Una noche dónde los resultados de nuestros actos estuvieron a la vista. Y un trago amargo, muy amargo, cuyo gusto ha perdido sabor, pero que reaparece a veces con toda su amargura.

Y no es para menos, al saber que tan aberrante suceso se transformaría en palabras, vanas palabras que se perderían luego, y cuando perecieran para la agenda multimedial ya nadie las querría escuchar. Desesperación de saber que tanta impunidad junta no será ajusticiada, si es que la justicia significa algo, saber que mil y una imágenes que por una desorientada mente se suceden como en un adelanto de las tapas del los diarios y de aquello diarios que no fueron impresos ni lo serán, pero siguen impresos en nuestra piel. Preparándose mañana para ser las estrellas del tema actual y luego noticias de ayer.

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